El « Merlos Place » ya es la infidelidad con más eco internacional (a nivel periodístico) con sello español. Quién les hubiera dicho a sus protagonistas, hasta ahora grandes desconocidos en la «famosfera» nacional, que sus nombres iban a cruzar el charco a bordo de tabloides británicos y americanos. Incluso «TMZ» ha reproducido el vídeo de la intervención de Alfonso Merlos mientras su amante, Alexia Rivas , se dejaba ver en paños menores ante el asombro de la novia oficial, Marta López , que pensó que se trataba de un burdo montaje.La pillada, por mucho que se empeñen en calificarse de reputados y prestigiosos periodistas algunos de los implicados en la trama, fue gestionada de forma pésima desde el principio. Una situación de crisis de comunicación en la que han actuado sin coordinación y sin valorar los daños que les podían ocasionar sus acciones. No han reconocido el problema ni han sabido abordar la infidelidad. De no haber sido cierto, qué sentido tienen los mensajes con promesas de amor eterno que unos días antes había recibido Marta por parte de Merlos. No se han depurado responsabilidades. Pedir perdón de forma aséptica sin dirigirse a una persona, sin especificar los motivos, es echar balones fuera. De haberse atajado, no se hubiera perdido lo más importante que es la credibilidad. Porque, ironías del colorín, la única que goza ahora de la misma es la ex de «Gran Hermano».
Con su forzado silencio, Merlos ha dado pie a que se sacuda su pasado dibujando un perfil antagónico al que se le consideraba. Polemista serio, significado políticamente, los valores que promovía se han ido degradando con el paso de los días. Incluso de las horas. Sus tres negaciones en los programas de Mediaset fueron el detonante para que perdiera fuerza y crédito. No sólo no reconoció la deslealtad, sino que se declaró soltero para luego confirmar que tenía pareja. Ni siquiera siguió la bochornosa teoría conspiratoria que los apéndices al culebrón deslizan para sortear las arenas movedizas.
Tanta arista puede tener graves consecuencias. El ICAM (Ilustre Colegio de Abogados de Madrid), del cual fue nombrado director de comunicación en enero de 2018, ha convocado una Junta de Gobierno para este próximo 4 de mayo en la que se decidirá si se suspende el contrato por el que percibe 185.000 euros anuales, más la gestión de otros 90.000 euros con los que cubre los gastos de comunicación. Un rédito que algunos colegiados cuestionan, no solo por la limitada dedicación, sino también porque su forma de vida resulta incompatible con el proyecto que representa.